miércoles, 19 de septiembre de 2012

Llamadas telefónicas. Roberto Bolaño

Leer a Bolaño es siempre un ejercicio que se hace desde la distancia. Desde la distancia que va dejando su recuerdo, su pérdida, la imagen de la huella del maestro desaparecido; pero también desde la distancia desde la que hemos de mirarlo aquellos que apenas separamos los pies del suelo en este vuelo imposible que es la literatura. Leer a Bolaño es leer a un gigante hecho en la clandestinidad, en la oscuridad eterna de quienes se afanan durante años por levantar una obra y en ello empeñan algo más que la vida, de quienes saben que, como diría Pessoa, la verdadera gloria literaria es "La gloria nocturna de ser grande no siendo nada". Bolaño poeta, Bolaño novelista, Bolaño cuentista, Bolaño total y radicalmente escritor.
Ese es el Bolaño que he reencontrado en este libro de cuentos. Un libro de cuentos con tres partes que delimitan tres temas fundamentales: los escritores y la escritura; los detectives, la violencia y el lado oscuro de la vida; las mujeres, el amor y la siempre indefinible relación entre géneros; en cualquier caso, temas constantes en la obra del autor. Cuentos escritos desde la cercanía y el calor de la primera persona, historias escuchadas o referidas por personajes desdibujados sobre los que se cierne siempre una neblina de tiempo y distancia, historias terribles contadas desde una cotidianidad que, como bien sabe Bolaño, suele ser el refugio más habitual para todo aquello que verdaderamente nos hiela la sangre. Realidad y ficción, testimonio de una generación estancada en los caminos muertos de la historia, el DF mejicano, el Chile bajo Pinochet, la Cataluña oculta de los que viven a ras del suelo, el frío ruso y la California del cine porno, y París y una casa medio en ruinas a las afueras de Girona y..., retazos de vida escritos con jirones de piel.
Todo ello contado con una escritura fuerte, sin concesiones, pero que huye de alambicados efectos estéticos; una prosa directa pero compacta que es capaz de dibujar ambientes decididamente reales y decididamente literarios a un tiempo, por donde el lector, al menos ese ha sido mi caso, se adentra confiadamente para acabar atrapado por la historia como el insecto por la fragancia y el color de la planta carnívora.
En resumen, un ramillete de lo mejor de Roberto Bolaño, donde al volver cualquier página uno se encuentra con la figura desgarbada, inevitable y enigmática de Arturo Belano. Un goce para los amantes del relato corto.

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